Ella quería, yo lo sabía…
Yo quería, pero se hacía la loca.
Cada vez hablábamos menos
y nos mirábamos más…
Y más de cerca…
Y de otra forma…
La tarde nos deshizo,
la noche, el verano, la copa
que nunca vaciaba del todo…
Todo se derramó
sobre la mesa…
Pero ya no estábamos allí para verlo.
Notaba entre sus dedos
los cabellos y su perfume
las caricias y la intimidad
y los besos de sus labios húmedos
El tacto suave y delicado
de las prendas afortunadas
se fue deslizando despacio
en caída libre hacia la locura
A la oscuridad de mis ojos todo brillaba
Cada suspiro
… Cada gemido…
…cada jadeo.
Notaba su boca en mi pecho,
sus manos en mi espalda
y su lengua en mi alma jugueteando
Ella fuera y yo dentro pero más cerca que nunca.
El tiempo fluía raro entre las curvas
acelerándose cada vez más lento
Los latidos y palpitaciones…
… El ritmo candente y cambiante…
El nervio y las ganas de que no acabe
juntándonos al compás del deseo
hasta fundirnos…
… como el chocolate más dulce en los labios.
Bajo el influjo del sudor fragante,
arte vibrante y desenfrenado.
Abrazados… y unidos como antes.
Yo era ciego… pero aquel día
vi su imagen sonriendo.