martes, 3 de diciembre de 2013

Tormenta poética de 10 minutos

Deshaciendo la caída de la luna
en un invertir pesado y frío…
Río de mis tontas dudas
que duran un descenso de mi río.
*
Aquí yo, ahí vosotros…
Otros supondrán que nos hemos perdido.
Se equivocan, evidentemente…
Solamente este puede ser nuestro camino;
Y entre pasos y vaivenes, entre errores,
entre baches y mil veces caídos…
Somos frutos de nuestro devenires,
mártires de este olvido
*
Y dos vidas se han vivido:
la de fuera y la del alma.
Solo una cuando estoy dormido…
Las dos cuando suena alarma
La de fuera y la del alma;
dos vidas yo he vivido
Dos cuando sonó la alarma…
Solo una ahora que estoy dormido
*
¿Con cuantas armas me han herido?
Quizás fueran demasiadas
o quizás demasiado pocas
porque en verdad pocas me matan
*
Tristes melodías de la silenciosa nocturnidad
que se entierran en los recovecos de esta cárcel
que resuenan haciendo vibrar la realidad
que traen de vuelta el eco de mi derrota constante
*
Afinada puntería la de la vida
que dispara verdades certeras
que hieren siempre con ironía
en lugares que nunca esperas

jueves, 28 de noviembre de 2013

Canto a la vida

Vida erótica y errática
de sensuales contoneos
que me seduce y me atrapa,
que me arropa con deseo.

Vida cálida y enfática,
fugaz, al menos creo
que sin aviso escapa
del corazón de este reo.

Vida mía, que hoy te veo.
Vida mía que se desata
Y florece en pleno invierno.

Vida que hoy contemplo
con orgullo en la mirada,
agradecido porque la tengo.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Ciego

Ella quería, yo lo sabía…
Yo quería, pero se hacía la loca.
Cada vez hablábamos menos
y nos mirábamos más…
Y más de cerca…
Y de otra forma…
La tarde nos deshizo,
la noche, el verano, la copa
que nunca vaciaba del todo…
Todo se derramó
sobre la mesa…
Pero ya no estábamos allí para verlo.

Notaba entre sus dedos
los cabellos y su perfume
las caricias y la intimidad
y los besos de sus labios húmedos

El tacto suave y delicado
de las prendas afortunadas
se fue deslizando despacio
en caída libre hacia la locura

A la oscuridad de mis ojos todo brillaba
Cada suspiro
… Cada gemido…
…cada jadeo.
Notaba su boca en mi pecho,
sus manos en mi espalda
y su lengua en mi alma jugueteando
Ella fuera y yo dentro pero más cerca que nunca.
El tiempo fluía raro entre las curvas
acelerándose cada vez más lento
Los latidos y palpitaciones…
… El ritmo candente y cambiante…
El nervio y las ganas de que no acabe
juntándonos al compás del deseo
hasta fundirnos…
… como el chocolate más dulce en los labios.
Bajo el influjo del sudor fragante,
arte vibrante y desenfrenado.
Abrazados… y unidos como antes.
Yo era ciego… pero aquel día
vi su imagen sonriendo.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Perspectiva pictórica


Este claroscuro que discurre
luz y sombras negras
que casi sin gris se funden
Contrastes … Condenas.

Es la textura de mi tiempo
es el dibujo de mi vida…
Manchones superpuestos
sobre líneas escondidas.

Y vivo dentro de la escena
que se plasma en mi retina
soñando salir de ella…
Para observar con perspectiva.







(Quisiera saber cómo se ve
el mundo desde los ojos de otros,
para comparar así
esta visión que no comprendo;
para resolver la duda existencial
de si soy yo quien está loco…
o si el mundo que me rodea es
quién en realidad está enfermo)


Me busco...

Me busco en google para saber quién soy
pero solo surgen resultados inexactos
Tan perdido ando y sin rumbo voy;
hoy que siento, que veo, que capto el tacto,
que oigo, saboreo y huelo mis llantos.
¿Cuánto tiempo debo arder
consumiéndome pero no brillando,
sin acto de redención que alivie
la maldición de creer que no soy apto?
¿Cuántos intentos? ¿Cuántos tratos?
¿Cuántos pactos con los que engañé al diablo?
Y sin embargo sigo aquí,
en silencio, buscando…

lunes, 28 de octubre de 2013

Exámenes finales

Mi hijo, de diecisiete años, llevaba agobiado con los exámenes finales del bachillerato prácticamente desde antes de entrar en él. Día tras día se dejaba la vista en su tablet repasando los apuntes, haciendo ejercicios, leyendo interminables libros que aburrían solo con nombrarlos. Admiraba con respeto a mi hijo que, sin ser presionado por nadie, había decidido sacar la mejor nota de la ciudad… Sin embargo todo aquello me entristecía… Yo tenía conocimientos suficientes reforzarle en lenguaje, matemáticas, física, biología pero no podía ayudarle con sus materias más importantes; con las mismas que decidirían su madurez intelectual. En mi época esas asignaturas ni siquiera existían… ¿Para qué iba alguien a estudiar moralidad, o civismo, o sostenibilidad, o fundamentos de la honradez antes de la gran crisis de 2008? Algún día mi hijo sería lo que nadie de mi generación pudo ser por la educación que recibimos y la sociedad que conocimos… Incorruptible.

domingo, 27 de octubre de 2013

Microrelatos en post it

Cariño, ha llamado tu madre. Te ha pedido cita para el médico mañana a las 16:45. También ha dicho que, ya que te dio la vida, lo menos que puedes hacer es cuidarla… Lo que no sé es si se refería a la vida o a ella…





Cariño, te he dejado macarrones en la nevera y besos en la almohada… No olvides calentarlos antes de llevártelos a la boca.

Coincidieron

El destino quiso que detective y asesino compartiesen ciudad y tiempo; que estuviesen enfrentados día a día en las calles sucias, tétricas, grises; que la sangre fuera para ambos una motivación enfermiza y credo; que tuviesen en común el gusto por el Jazz, el café y el whisky americano a destiempo; que compitiesen por la misma mujer juguetona, pícara y demasiado inteligente, de pecho turgentes y labios colorados; que ambos se odiasen con ira pero dependiesen él uno del otro para ser ellos mismos; que los dos coincidieran mirándose con rabia y apuntándose con sus armas… Cada uno a un lado del mismo espejo…

Frente a frente

Allí estábamos el uno frente al otro. Se mascaba la tensión. No era la primera vez que nos veíamos y ambos sabíamos que tampoco sería la última. A juzgar por la forma de mirarme, ella, se sentía incómoda sin embargo yo gozaba aquellos instantes a sabiendas de que, claramente, era el único que iba a salir ganando. Pero la euforia cedió ante la inevitable lástima por aquella mirada de abultadas ojeras y sueño. Unos ojos verdes y preciosos, capaces de robar el corazón incluso al mismísimo demonio, me observaban en silencio… Ahora sepultados por una losa de desencanto y desesperación. Ella sabía que, al acabar aquel encuentro, yo marcharía y sin embargo, ella, quedaría allí sumergida entre los desperdicios de su rutina esperando por tiempo indefinido a que yo u otros con las mismas necesidades volviéramos a requerir de sus servicios. Un destino aburrido y monótono que estaba tatuado a fuego sobre su pecho. Una minúscula parte de mi alma se alzó en rebeldía reclamando que la rescatara de aquella cárcel… y de verdad lo hubiera hecho si hubiera sabido cómo pero, para desgracia de los dos, era demasiado complicado… Ella no confiaría en mí y con razón, teniendo en cuenta que partía en desventaja sin saber ni mi nombre ni mi oficio… No saldría bien; no podía salir bien, al fin y al cabo ella estaba recluida voluntariamente, tras aquel mostrador esperando a que saliera mi pedido, y yo solo había ido a por una hamburguesa de un euro.

Ojos que ahora leen

Ojos que ahora leen
buscando aquello que
añoran,
aquellos reglones que quieren ser
y sin poder serlo
se evaporan…
Versos tristes, versos que
lloran a todas horas
porque esos ojos sin querer
de otros versos
se enamoran.

sábado, 26 de octubre de 2013

Terapia

Luces y sombras de paisajes
compiten en mis sentidos
contra las hojas de los arboles
quel viento ha removido...
Sonidos de la calma
son silencios escondidos...
son la terapia para el alma...
que la calma ha herido.

Desnudo

Arranco mis máscaras y ropas, desnudándome a la muerte…
…Sin armaduras ni suertes ni miedo al luto…
…y tan solo queda al descubierto el latir de un corazón…
… que explota más de setenta veces por minuto.

Suspiros


¡Oh! Viejo suspiro de “la decisión ya está tomada”,
apiádate de mí y déjame continuar.
No debes regresar ni sembrar la duda malvada
que, si mi decisión falla, otro suspiro ya vendrá.

viernes, 25 de octubre de 2013

Protocolo perfección previo a una cita

Más allá de la rutina de baño diaria standard, existía un protocolo diseñado para situaciones que requirieran extrema pulcritud. En realidad solo la ejecutaba una vez al año, cuando llegaba el buen tiempo; pero aquel día de enero era especial… A lo mejor mojaba.
1. Escoger la ropa. Dado que solo tengo un uniforme de ligar, la elección se resumía a los calcetines. Gracias a que mi madre, quien desde que tengo memoria había tomado por costumbre regalarme calcetines en navidades y cumpleaños, tenía millones de pares. El origen de esa extraña obsesión por regalar calcetines no está del todo claro pero se especula sobre que, en algún momento del pasado (tal vez cuando se enterarse de que estaba embarazada de mí) , fue al rastro, los vio baratos y compró al peso todos los calcetines que pudo… Calcetines para toda una vida; procurándome así una reserva de calcetines por si llega el apocalipsis. No obstante solo tengo tres tipos de calcetines: Los grises o blancos con dos rayas de colores, los negros del trabajo y los calcetines de Spiderman (elegidos y comprados por mí) que, como su propio nombre indica, llevan un Spiderman a cada lado. Un tipo duro no utiliza calcetines tobilleros nunca; son demasiado femeninos. Cualquier otro día hubiera elegido los calcetines de Spiderman porque generan una autoconfianza sobrenatural a quien se los pone… pero ¿Qué pensaría mi objetivo si me los viese? Tal vez pensase que son el toque gracioso e infantil que convierte a un tipo duro en adorable… o tal vez pensase que soy un friki enfermo mental de los que matan a su familia con una catana. No me la jugué. Calcetines negros y sin tomates.
2. Ponerme música de la que ensancha el alma y aviva el espíritu; a escoger entre banda sonoras de películas de mi infancia (Regreso al futuro o Jurasic Park) .
3. Lavarme los dientes. Como parte del protocolo perfección, al cepillo para encías sensibles y la pasta de dientes de los Gormity con sabor a cola se unió el temido elixir bucal. Esa botella llena de líquido verde venenoso que compré en un momento del pasado con intención de usarla a diario pero que, sin embargo, acabó formando parte de la decoración del baño. La gente normal y corriente suele enjuagarse durante entre quince y treinta segundos, pero los tipos duros como yo somos capaces de sobrepasar el umbral del dolor llevando nuestras bocas hasta el límite del frescor extremo… treintaycuatro segundos nada menos.
4. Afeitarme. Normalmente me pasaba la máquina de rapar la cabeza dejándome una minibarba de tres días; en plan policía de los Ángeles u hombre divorciado. Afeitarse a cuchilla era solo para Nocheviejas, visitas del jefe y citas con chicas, situaciones que rara vez se daban. Afeitarse con una cuchilla “superprecio” es algo que irrita bastante la piel; hacerlo a contrapelo aumenta de forma exponencial la irritación pero… ¿Iba yo a acobardarme? ¡Jamás! Sorprendentemente sobreviví sin desangrarme para llegar a la segunda parte del paso 4…
4 Bis. Depilado. Es fundamental para sentirse a gusto contigo mismo depilarse las piernas, el pecho y los sobacos… ¿En serio?... ¡NO! Es broma; los tipos duros no se depilan… De hecho, los hombres masculinos, duros o no duros, no se depilan. Si acaso se recortan el vello púbico para no poner otra vez de moda el pelo afro. Solo se les permite conservar la masculinidad estando depilados a los atletas (el concepto atletas no incluye futbolistas metrosexuales). El único motivo por el que un tipo duro como yo se depila, y solo parcialmente y durante un periodo breve, es para tatuarse una calavera, el nombre de su difunto maestro o un dado en llamas… Esto es así… Lo sabían los romanos, lo sabían los mayas y ahora también lo sabes tú. Pero tenía que hacer de tripas corazón… Recogí de debajo del montón de cremas y de la cazuela llena de cera seca (con un aspecto inquietantemente delicioso) las pinzas de depilar de mi madre para hacer aquello de lo que ningún tipo duro puede enorgullecerse: quitarse el sagrado vínculo de unión entre las zonas peludas ubicadas sobre los ojos, comúnmente conocido como entrecejo. Con maestría, elegancia y casi sin llorar nada eliminé de raíz los cuatro pelos dividiendo mi única ceja en dos perfectamente simétricas. Por último, pero no menos doloroso, amputé de cuajo mis amados y tímidos pelos de la nariz que, aunque eran pacíficos y apenas se asomaban, no eran aceptados socialmente… Como los coches eléctricos.
5. Desnudarme. La piel se iba poniendo de gallina según avanzaba el lamentable striptease… Aquél baño, en enero y teniendo en cuenta que mi madre nunca ponía la calefacción, estaba a 40º bajo cero y eso se notaba en mis queridos pezones que trataban de huir de mi pecho congelándose en el intento.
6. Recorte. Este paso era el que ligaba el protocolo al buen tiempo. Las uñas de mis manos se mantenían siempre cortas gracias a la costumbre de mordérmelas pero… Bajé la mirada y comprobé que las uñas de mis pies rozaban la ilegalidad (podrían ser consideradas armas blancas y con razón). Me las cortaba solamente cuando llegaba época de ponerme chanclas… En invierno no; simplemente usaba una talla más de zapatos. En otra ocasión no me habría molestado pero no podía correr el riesgo de que la noche fuera bien y, al meterme en la cama con la chica, la cercenase por accidente ambas piernas durante el coito. Al no encontrar una radial, cogí el cortaúñas y me puse manos a la obra. La primera uña salió disparada y se clavó, cual excalibur, en un azulejo del baño (sí… sí… es una exageración)…
7. Cigarrito de concentración. Probablemente el cigarro más arraigado en mi rutina diaria. Unos ejercicios de respiración con humo simbólicamente dedicados a prepararme física y mentalmente para meterme bajo la ducha gélida (el calentador nunca funcionó todo lo bien que cabría esperar).
8. Ducha “Plus deluxe”. Existen diferentes niveles de intensidad en lo que a una ducha se refiere. El baño eslovaco (Culo, huevos y sobacos) especialmente indicada para cerdos o militares en trincheras. Luego existe la ducha estándar sin extras para el uso diario. El siguiente nivel es la ducha metrosexual/femenina que incluye lavado efusivo de pelo con champús y mascarillas. Y por último la ducha “Plus deluxe”; el sumun de las duchas, con especial atención a aquellas zonas que siempre se suelen olvidar (Véase el ombligo, las zonas inaccesibles de la espalda sin luxarse ni dislocarse los brazos, los pliegues internos de las orejas y la parte oculta de la misma, ese misterioso acumulador de roña que existe en los tobillos…) Por ser una ocasión especial, no usé mi habitual sucedáneo de dermogel del ejército (con alto grado de productos químicos que escuecen e irritan además de oler tanto a alcohol que emborracha a kilómetros). Reservaba para una ocasión como aquella los restos de un bote de gel Axe, ocultos en la estantería del baño desde… ¡A saber desde cuando llevaba ahí macerando aquel bote! Dejé fluir la masa viscosa de gel “atraemacizas” hasta la esponja psicodélica que me había regalado esas mismas navidades una de mis hermanas. La esponja, por llamarla de alguna manera, era una especie de tela rota en forma de pompón que, además de limpiar, te exfollaba por todos los folículos dérmicos o algo así. Aguanté frotándome bajo la ducha todo lo humanamente posible hasta que empecé a notar los primeros síntomas de congelación y salí para evitar perder los dedos de los pies.
9. Secado libre con toalla.
10. Perfumado. El protocolo perfección es muy minucioso en este punto. Doble protección desodorante por si uno me abandona… Primero roll-on y después spray cubriendo la práctica totalidad del cuerpo e intoxicando de C02 y otros propilentes todo el baño (hay gente que ha muerto asfixiada en este paso). Por supuesto no puede faltar el toque exquisito del perfume de anuncio incomprensible (60 € el frasco pequeño).
11. Vestirme con ropa y complementos. No solía llevar ni pulseras, ni collares, ni pendientes, ni fulares, ni nada que pudiera considerarse un complemento. Antaño solía llevar una gorra (mi súper gorra negra de rapero) pero cuando dejé el rap se quedó olvidada en un cajón. Ese día en concreto los vaqueros me quedaban demasiado ceñidos; tampoco tanto como parecer una butifarra o un punky con mallas pero sí como para que no me cupiera todo en los bolsillos; especialmente las llaves, el tabaco y mi súper esmarfon gigante. Había llegado el momento de usar mi mariconera. Una mariconera, como su propio nombre indica, no es de lo más masculino pero la verdad es que resultaba muy útil … Un punto intermedio entre los bolsos de mujer y la riñonera de yonki con un diseño fuertemente influenciado por la funda de las cámaras de fotos… Cuando compré la mía en “el corte chino”, lo hice pensando en poder llevar siempre conmigo todo lo necesario para sobrevivir a un apocalipsis: Una baraja de cartas de las que tienen ochos, nueves, dieces y dos comodines, tabaco de emergencia, un par de preservativos, un frasquito diminuto de colonia, una armónica que nunca he sabido tocar, un dado de veinte caras, pastillas juanolas, antiázidos masticables, un boli y una libreta para apuntar cosas que luego no se vuelven a mirar… Vamos, lo que viene siendo imprescindible para una vida cómoda.
12. Reperfumado, peinado y revista final. Un par de pulverizaciones más de oro perfumado sobre la ropa para sumar un +2 a mi habilidad para seducir. Peinarme no era necesario porque tenía el pelo rapado… Mi madre había comprado, no sé si para ella o como indirecta para mí, champú anticaída Hacendado y eso me hizo meditar sobre si quizás estaba desperdiciando mi última oportunidad para dejarme una melena heavy… Una vez superada la depresión precalvicie momentánea me pasé revista. El protocolo perfección había dado sus frutos y en tiempo record. ¡Tan solo cincuenta minutos! A excepción de lo insalvable estaba perfecto… Era un tipo chachi, una máquina de amar.

10 nanorelatos

1 Título: Si quisieses
Yo querría quererte, pero como no quieres…

2 Título: Suegrestro
Llegaron sus padres y nos retuvieron durante horas.

3 Título: Sed
“Sed” dijo… No supimos si serlo o darle agua.

4 Título: Desastre mortal
Pero no hubo víctimas…

5 Título: Ambrosio-Eustaquio
Su nombre era feo; incluso para un nanorelato

6 Título: Salió de casa.
Entró en la calle.

7 Título: Decían no.
Eran puramente optimistas.

8 Título: Chico Tanatorio
Más atorio que ninguno de los otros chicos.

9 Título: Confesó
Un “te quiero” que precedió al asesinato

10 Título: 1 hora
La otras once se las robaron. Pobre reloj.

Las hienas y las malas noticias

En un caluroso día de verano, en la sabana africana, papá y mamá hiena cuchichean discutiendo sobre quién le dará la triste noticia a su pequeña cría hiena, que juega despreocupada persiguiendo a los buitres… Y así se pasan horas y horas y las hienas sin decidirse; repitiéndose la una a la otra “Díselo tú, que a mí me da la risa”

jueves, 24 de octubre de 2013

Mi mano al pecho

Llevé mi mano al pecho
Me arranqué el corazón
para lanzarlo al aire
de euforia, de alegría.

Su piel compartiendo lecho
con mi tormenta de pasión
dejando llevar al baile
de lo fugaz, de poesía.

Vi llegar el nuevo día,
vi el sol filtrarse por mi ventana
alumbrando su armonía.

Y supe que aún vivía
que ella me acompañaba
y mi corazón aún latía.



Y tras una vida juntos…
…un día…


Supe que no vivía
cuando vi que se marchaba
aquella noche fría.

Su silueta oscurecía
bajo la luna marchitada
mientras no se despedía.

Su cuerpo bajo el techo
en nuestra habitación
tras el mortal envaine
del ocaso de la vida.

Lleve mi mano al pecho,
me arranqué el corazón
para lanzarlo al aire…
De amor, yo también moría.

Un paseo por la orilla del mar... Cuando es invierno

Un paseo por la orilla del mar cuando es invierno es mucho más que eso. Todo es precioso y poético… El cielo blanco y grisáceo uniforme que se extiende hasta el horizonte, dejando colarse por sus imperfecciones los rayos visibles de un sol templado; la mar resbalando suave por la arena y jugando con mi sombra a borrar las huellas que dejan nuestros pasos; aire que sopla fuerte y silba confundiendo el silencio con el romper de las olas. Y yo contigo, siempre contigo…
Tus pies descalzos y perfectos hundiéndose en la arena, caminando despacio y sin prisa a mi lado en un viaje hacia nuestros deseos; humedeciéndose cada vez que el agua invade nuestro recorrido. Tu cuerpo cubierto por ropas blancas destinadas guarnecerte del frio y que cometen el crimen imperdonable de ocultar esos encantos, esas formas que tantas veces he visto y que, sin embargo quiero volver a ver a cada instante. Tus manos enlazadas con las mías, de tacto suave y tierno sosteniendo esas sandalias de tela blanca que tanto te gustan. Tu pelo negro como la noche más oscura sujeto bajo un gorro de lana que se esfuerza sin éxito por evitar que tus cabellos escapen a la libertad del viento luciéndose de orgullosos y largos. Tu rostro perfecto compuesto por los labios más suaves y esponjosos que jamás un hombre ha besado y tus ojos profundos que miran hacia el frente con gesto de infinita serenidad hacia un paisaje digno de los cuadros con los que el mejor pintor solo sueña…
Y así callados gozando de la brisa paseamos de la mano; con aspecto serio pero no preocupado ni triste, dejándonos llevar por el rumbo de las dunas de arena… hasta que el jugueteo de unas gaviotas traviesas en la orilla te roba una tímida sonrisa de esas que solo tu boca puede dibujar; de esas que hacer quebrar la serenidad de mi pecho llenándolo de ganas de hacerte el amor. Abrazas mi brazo sonriendo y apoyando con dulzura tu cabeza en mi hombro. Casi es un instinto respirar con fuerza el aroma de tu pelo, fragancia salpicada de notas de flores de todos los colores y que enamora y se graba a fuego en el alma. Sin tener que consensuarlo, como por arte de la magia del momento, los dos detenemos el paso al mismo tiempo y nos volvemos para mirarnos a los ojos. Agarro con firmeza tu cintura mientras tus manos trepan sobre mis hombros para acariciar mi nuca. Yo sonrío sin poder evitarlo porque soy consciente de que no hay mayor felicidad en este mundo que dejar que nuestras miradas se besen y se fundan, y las palabras de mi pensamiento se desvanecen ante la estampa de tu imagen y del mar sin fin tras de tí. Tú también sonríes al tiempo que tus labios se preparan para el inminente beso que ambos vamos a compartir. No hace falta que ninguno de los dos esbocemos el amago de decir un te quiero porque, al empezar a abrazarnos, nuestros pechos ya laten al unísono compás de una conversación de enamorado. Y tus labios tiernos y humedecidos encuentran en los míos la seguridad que te querré para siempre…
Y así seguimos durante todo el paseo… Yo tantos años después sigo caminando por la playa bajo el cielo gris… y tú siempre… siempre en mi pensamiento.

Y como el ying y el yang

Yo, por trabajo, viajo todos los días en el metro. La rutina hace que cientos de personas que no se conocen, coincidan todos los días a la misma hora en la misma estación o , como en este caso del que les voy a hablar, en el mismo vagón. Cada mañana temprano, de lunes a viernes, coincidí todos los días durante más de un año con la misma gente; gente muy distinta entre sí y todos y cada uno con sus vidas y sus historias. Unos van a trabajar, otros a estudiar, otros que vuelven de pasar la noche de fiesta y cientos motivos más que dan forma a este mosaico cultural y personal. Gente alta y guapa, o bajitos y rechonchos, gente de esa misma zona o extranjeros de sitios muy lejanos, jóvenes o viejos … Resulta casi involuntario fijarse en la gente que viaja contigo, porque toda mirada perdida acaba encontrándose. Yo he disfrutado siempre imaginando y especulando sobre aquellos con los que compartía vagón, que solían ser siempre los mismos. Algunos, me resultaban particularmente curiosos. Estaba, por ejemplo, la mujer de mediana edad, muy coqueta ella, vestida con colores vivos y atractivos; que tenía una tremenda melena rubia y ondulada, perfectamente cuidada… Y en contraste, un par de paradas después que ella, siempre se sentaba en los asientos de enfrente, como si del ying y el yang se tratase, el heavy/gótico/alternativo; siempre vestido de negro con sus cadenas y pinchos, y que también lucía una lustrosa melena negra. Me resultaba hasta gracioso ver a ambos, uno frente a otro cada mañana.
Un día en concreto, la mujer de la melena rubia no apareció. No resultaba extraño pero… Al día siguiente tampoco, ni a la semana siguiente, ni al mes siguiente. Un abuelillo empezó a ocupar esporádicamente su asiento habitual pero el heavy no parecía darle buena espina y se mudó a otro vagón. Tras varios meses, una mañana reapareció la mujer de la gran melena rubia pero, para sorpresa de los pocos que nos habíamos fijado antes en ella, había tapado su cabellera con un pañuelo negro… y no solo eso. Si ya he contado que antes lucía de forma presumida su estupenda figura con ropa alegre y colorida, ahora resultaba que vestía tonos mucho más apagados y discretos. Parecía notablemente desmejorada, mucho más delgada y con aspecto cansado. Incluso su tono de piel parecía haber perdido vida. Al día siguiente tampoco volvió a ser la misma de antes… Siempre con la cabeza cubierta y una expresión de tristeza en su rostro. Poco a poco fue acaparando las miradas curiosas y perdidas de los pasajeros que, unos por lástima y otros por mero morbo, ahora no se fijaban en su belleza sino en el detalle de que ya apenas tenía vello en las cejas… Los días fueron pasando y ella cada vez parecía estar peor, no solo físicamente, sino también parecía totalmente deprimida. Un día se le aflojó el pañuelo que cubría su cabeza… Ella reaccionó a toda velocidad atándoselo y prácticamente nadie pudo ver absolutamente nada, sin embargo, la mujer comenzó a llorar tímida y disimuladamente tapándose con la mano el rostro y sollozando tan bajito que solo los que comprendíamos la situación podíamos oírlo.
Al día siguiente, recuerdo perfectamente que era viernes, fue cuando ocurrió aquel detalle tan especial. Un par de paradas después de que subiese al metro la mujer con su pañuelo entró, como era habitual, el heavy. El muchacho iba vestido de negro igual que cualquier otro día… Sin embargo, aquel maravilloso viernes, llevaba puesto un pañuelo que le cubría toda la cabeza. Sentó enfrente de la mujer y se la quedó mirando fijamente con una sonrisa. Ella al principio trató de esquivar la mirada, probablemente por sentirse incómoda aunque no podía evitar mirarle fugazmente de forma nerviosa y puede que asustada. El Heavy , sin perder ni un momento su sonrisa, abrió su mochila negra llena de parches y sacó del bolsillo un lazo con un alfiler… Un lazo rosa… Y se lo colocó en la solapa de su chupa negra contrastando con la monótona oscuridad de toda su vestimenta. La mujer, que ya no trataba de esquivar su mirada, le devolvió de todo corazón esa sonrisa y por un momento volvió el color rosado y lleno de vida a sus mejillas… Yo , que observaba emocionado desde mi rincón, supe apreciar la increíble belleza de aquel gesto que estaba pasando desapercibido para los demás viajeros. Pero aún quedaba la mayor sorpresa de todas. El heavy, más heavy que nadie, que probablemente llevase años agitando su melena en conciertos, se quitó el pañuelo… mostrando su cabeza recién afeitada. Se acariciaba con la mano de un lado a otro toda la zona mientras sonreía pensando en el sacrificio que acababa de hacer. La mujer, con la boca totalmente abierta por la sorpresa, debía estar debatiéndose entre la carcajada y la lágrima de felicidad por aquel gesto tan bonito y desinteresado. Aquel día no intercambiaron ninguna palabra, tan solo sonrisas y miradas de complicidad.
Al lunes siguiente la mujer seguía luciendo su pañuelo, pero esta vez era rosa, igual que su piel. Además, volvió a vestir de nuevo con el mismo estilo coqueto y presumido de meses atrás. Un par de paradas después entró en el vagón el heavy, con su ropa negra, sus cadenas y pinchos, su lazo rosa y su cabeza totalmente afeitada… pero esta vez no se sentó enfrente de la chica sino en el asiento de al lado. Ambos estuvieron hablando todo el viaje… y así todos los días…a la misma hora… y yo , desde mi rincón , sentía siempre un pequeño cosquilleo en el pecho mientras veía como poco a poco les iba creciendo de nuevo sus hermosas melenas.

El Señor del agujero

Esta historia tiene que ver con Eva, mi hermana mediana y sus dos hijos. Cuando sucedieron los acontecimientos el mayor, Sergio tenía tres años y el pequeño, Dani, tan solo un añito y medio... Lo justo para hablar un poco.
El primer suceso ocurrió en la cocina del chalet de mi hermana. Si no me equivoco, era invierno y ya se había hecho de noche. Mi hermana estaba haciendo la cena mientras mis dos sobrinos jugaban en la cocina con sus coches, motos y Gormitys. Sin venir a cuento, mi sobrino el pequeño se levantó de donde estaba sentado e ignorando las reprimendas de su hermano por dejar sus juegos a medias, se dirigió a hacia la puerta de la cocina. Estaba abierta dejando ver el pasillo a oscuras. Mi sobrino caminó hacia el umbral de la puerta y se paró quedándose mirando fijamente hacía la penumbra del pasillo. Mi hermana, al darse cuenta, le preguntó que estaba haciendo... Dani se limitó a levantar su brazo, señalar al pasillo oscuro y vacio y decir: “Señor”. Tras un momento de incertidumbre mi sobrino retomó los juegos y mi hermana no le dio más importancia.
Cuando eres una madre con un hijo de año y medio, estás sola con él y tienes que ir al baño...pues simplemente te lo llevas para que no esté solo por la casa liándola. Unos días después mi hermana estaba en esta situación con Dani. Estaban solos en casa por la noche ya que mi cuñado y el mayor habían ido a no sé dónde. La cuestión es que, de pronto comenzaron a escuchar portazos en la casas. Era como si todas las puertas y ventanas hubiesen comenzado a abrirse y cerrarse de golpe... Mi hermana, que nunca destacó por
su valor, se asustó; sin embargo el niño no pareció temer nada. En eso que el pequeño, al ver la expresión de miedo de mi hermana coge y la pregunta:
— Mamá... ¿Qué es eso?- refiriéndose a los ruidos.
— Pues debe ser que Papa se ha dejado una ventana abierta, y la corriente está sacudiendo las puertas, Dani.- contestó ella tratando de convencerse a sí misma.
— No...- Respondió tajante mi sobrino para luego corregir la suposición de mi hermana diciendo…- Es el Señor del Agujero.
Pasaron unos días y mi hermana estaba en el baño lavando a mis sobrinos. Mi cuñado aún no había llegado a casa... Entonces sonó el timbre y mi hermana se asomó por la ventana del baño que daba a la puerta principal... pero no había nadie. Cuando volvió a la bañera mi sobrino el pequeño le preguntó...
— Mamá... ¿Quién era?
— Pues ha debido ser alguien que se ha confundido porque ha llamado y se ha ido, Dani- contestó mi hermana temiendo una respuesta que era inminente.
— No... - respondió mi sobrino seguro de sí mismo- Es el Señor del Agujero.
Mi hermana, que tiene muy buena relación con las vecinas de la calle, un día se lo contó a las demás marujas... y las vecinas, tomándoselo a pitorreo,
comenzaron a bromear. Estaban en el salón de mi hermana tomando café cuando a una de ellas se le ocurrió la feliz idea de coger a mi sobrino y preguntarle:
— Dani, cariño... ¿Está aquí el Señor del Agujero?
— No...- respondió el niño.
— ¿Y dónde está, Dani?
— Está... - Mi sobrino señaló a la ventana...- …En la calle dando saltos...
Todas miraron atemorizadas por la ventana y lo único que vieron fue una bolsa de mercadona revoloteando por el aire; nada que asuste a menos que caigas en el detalle de que no hace ni una pizca de viento….
La sugestión producida por todo esto hizo que mi hermana estuviera un poco más susceptible de lo habitual... hasta que un día, estando acostando al niño, oyeron un ruido en la buhardilla. Mi hermana se metió en la cama de mi sobrino y lo abrazó. Entonces se le ocurrió preguntarle si estaba allí el Señor del Agujero. Mi sobrino no se había puesto nunca nervioso al pensar o hablar sobre el señor del agujero pero aquel día comenzó a agitarse y a mirar preocupado a todos lados, revisando la habitación. Al final se quedó tranquilo y le dijo a mi hermana...
— No, ya no.
Tras algunas semanas sin incidentes, Eva decidió contárselo a mis otras hermanas en una comida familiar... y Elena, más lista que nadie, decidió preguntarle al niño por el supuesto Señor del Agujero.
— Dani ¿Está aquí el Señor del Agujero?
— No.- Contestó mi sobrino mientras jugaba....
— ¿Y dónde está?
Mi sobrino se quedó pensando como si tratase de recordar algo y finalmente contestó:
— Se ha ido.-Siguió pensativo y añadió antes de seguir jugando con sus muñecos- Se ha ido… Al cielo.
Tras esto no volvió a mencionar ni hacer referencia al Señor del Agujero... Tampoco volvió a suceder nada en casa de mi hermana. La cuestión es que todos esto sucesos coincidieron, casualmente, con el inicio del miedo a la oscuridad de Sergio, el hermano mayor de Dani. Sergio no se atrevía a estar oscuras en ningún lado y bajo ninguna circunstancia; a menos que Dani estuviese con él.
En cualquier caso yo seguí dándole vueltas al concepto de “Señor del Agujero”... ¿Señor del agujero? ¿Un señor que sale de un agujero?... Lo de “señor” llegué a la conclusión que tenía que ver con los dibujos animados de los Gormity, de los que mis dos sobrinos son fans incondicionales... En estos dibujos existen personajes que son el señor del agua, el señor del aire, el señor del bosque, el señor de la luz, el señor de la oscuridad... Me pareció lógico que lo de que fuese “señor de...” lo sacase de estos dibujos... Pero en ellos no hay
ningún Señor del Agujero... Entonces… ¿Por qué Señor del Agujero? ¿Qué agujero?
Un par de meses después salimos de dudas. Resulta que, un día, mi sobrino se cascó con otro niño en la guardería...Cosas de críos pero cuando mi hermana fue buscarle descubrió que se había hecho una terrible herida en la rodilla. Mi hermana, en su línea de madre cariñosa le dijo:
— Cariño... ¿Te has hecho una pupa, Dani?
Y mi sobrino... sin inmutarse lo más mínimo le contestó:
— No... Me he hecho un agujero.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Brindis por nuestra sociedad y lo buena que es. ¡Chin, chin!

Dios bendiga esta sociedad honrada
donde no existe la mentira, donde nadie nunca roba nada
(¡VIVA!)
Que vivan nuestros banqueros
tan altruistas, bondadosos… que nos cuidan del dinero.
(¡VIVA!)
Y nuestros políticos amables
velando nuestros intereses, gente incorruptible y responsable.
(¡VIVA!)
Que viva nuestra Justicia dura
cárcel sin perdón para el criminal cuyo dolor y daño aún perdura.
(¡VIVA!)
Y qué decir de esos medios
que nos informan con todo rigor y nos ofrecen buen remedio.
(¡VIVA!)
O de nuestros famosos personajes
ilustrados e inteligentes, sin vicios, faltas, ni pillajes.
(¡VIVA!)
Y la juventud prometedora,
bien educada y con trabajo, que del futuro se enamora.
(¡VIVA!)
Y nuestra cultura del respeto
hermanados con la abstemia y guardando los secretos.
(¡VIVA!)
¡Oh! Sociedad de libertades
Asustada de la amenaza de invasión de otras sucias sociedades…
(¡BUUUUHHH!)
No tengas miedo… Créeme… son ellas las que deberían asustarse.

Dudas

Dudas
(Puente de mando de la U. CAN 3 ; una de las última naves de la flota humana a finales de la 2ª guerra contra los Andenios)
— Doctor ¿Cómo funciona?
— Es sencillo; agujeros de gusano y matrices cuánticas de hiperzona
— Eso no puede ser sano, no puede funcionar con personas…
— ¿Acaso no lo hace el híper salto y lo estamos usando ahora?
— Pero esto es distinto. No es un ordenador quien lo controla… Podría fallar algo… La calibración de la consola…
— Almirante Waldorff, sus miedos sobran y sus temores son infundados. Lo he probado de sobra y nunca nada ha fallado. Si quiere le dejo a solas y revisa usted los cálculos… pero yo soy el científico, ande, no me joda.
— Usted científico, sí, pero yo el mando; el Almirante de la flota. ¿Se da cuenta lo que estamos arriesgando? ¿Son las vidas de personas?
— Personas de nuestro bando, Almirante. Personas que lloran; por amigos que les han matado, por familias a las que añoran… por una guerra que no han buscado. Aquí, en esta nave, encerrados… a solas… Contando sin descanso las horas hasta que la guerra haya terminado y vuelvan a ser personas ... o mueran por un disparo… Tal y como la situación evoluciona pronto seremos derrotados; destruirán su flota si no hacemos, de inmediato, algo para evitarlo… Ese algo, lo tiene delante ahora. Ahora o nunca, Almirante Waldorff…
— De acuerdo, acciona. Esperemos que funcione según lo esperado…
—Destino fijado en dos días antes del inicio del conflicto, hipersalto temporal regresivo en 3…
— Que Dios se apiade de nuestros pecados…
2….
— Acabemos esta guerra, de una vez por todas.
1….

50 Flexiones

La primera flexión, cargada de fuerza explosiva, va acompañada de los recuerdos confusos del divorcio de mis padres así como la segunda me recuerda como fui utilizado como arma. La quinta es aquel maldito examen que me costó repetir un curso en el instituto. La flexión numero quince trae de vuelta la imagen de mis amigos de la infancia probando por primera vez las drogas. La vigésimo segunda flexión, en la que la respiración se agita, se combina con el recuerdo de mi primer fracaso amoroso. La número veintisiete, tiene el sabor inconfundible de mi primera borrachera. La veintinueve la dedico a todos los amigos de los que nunca volví a saber. La flexión treinta y dos es por la muerte de mi abuelo. La treinta y cinco con el pinchazo en la espalda por la decisión de mi madre de obligarme a dejar de estudiar mientras que la número treinta y seis trae de vuelta los nervios del primer día de trabajo. La treinta y ocho queda atrás como todas mis ilusiones y amigos de mis tiempos del rap. La treinta y nueve le recuerda a mi estómago su hernia con más dolor. La flexión cuarenta comparte el sentimiento de no poder más con el momento en que mi padre nos dejó de hablar a mis hermanas y a mí. La cuarenta y dos es un desafío imposible como cuando tuve que adelgazar diez kilos en quince días para asegurarme conservar mi trabajo. La tentativa de derrumbe durante la cuarenta y cinco me hace sentir humillado como con todas las palabras lanzadas contra mí por la gente que me importa. La cuarenta y seis me empiezan a temblar los brazos, en la cuarenta y siete me empiezan a faltar las fuerzas y el apoyo mientras las gotas de sudor se estrellan contra el suelo. La cuarenta y ocho casi fracasa como todo lo que escribo, y la cuarenta y nueve resulta casi imposible pero … llego a la flexión número cincuenta… Sé que es la cincuenta, sé que lo he logrado… Sé que soy fuerte y comprendo el desafío que han supuesto estas cincuenta flexiones que acabo de hacer. El corazón me late con violencia en el pecho por el esfuerzo y eso me hace sentir vivo… Estoy preparado… Me seco el sudor y empiezo la siguiente serie de flexiones…

Mi barba

Parece que fue ayer cuando aún era un niño. Mi vida era complicada a su manera para mi inocente punto de vista; no obstante era feliz. Corría, saltaba, reía, jugaba sin preocupaciones más allá de mis deberes del colegio o del instituto… Pero un día me miré en el espejo y de pronto tenía ojeras, era más alto, había engordado, no sonreía… y mi barbilla y mi mentón se habían cubierto de barba. Sin previo aviso había crecido y ya no era un niño. Podía haberme echado cremas y ungüentos, podía haber seguido vistiendo con la misma ropa que en mi dorada juventud, podía haberme puesto a dieta, podía haber continuado sonriendo falsamente como si mi vida fuese aún un sueño infantil… Podría afeitarme sin más… Pero en lugar de eso, desde aquel entonces, me dejo crecer la barba; me la meso cuando estoy nervioso y me la recorto cuando soy feliz porque esa barba, al mirarme al espejo cada día, me recuerda que el tiempo pasa inexorable y todo puede cambiar sin que me de cuenta, como la primera vez que me creció.

martes, 22 de octubre de 2013

Declaración de intenciones

Llega un momento en la vida de todo hombre en el que comprende que, por mucho que sueñe con ello, nunca ganará un nobel de literatura, ni será un prestigioso artista, ni escritor de fama mundial, ni presidente de los decadentes Estados Unidos de América...Un momento en el que, sin previo aviso, pasa a ser consciente de que en la historia del ser humano no hay espacio para él. Para afrontar esta realidad algunas personas se enganchan a las drogas, otras se suicidan... Yo he decidido hacer un blog e ir subiendo mis múltiples tonterías ¿Quién sabe? Quizás algun día alguien decida echar un vistazo a lo que quedó en mi papelera...