domingo, 27 de octubre de 2013

Frente a frente

Allí estábamos el uno frente al otro. Se mascaba la tensión. No era la primera vez que nos veíamos y ambos sabíamos que tampoco sería la última. A juzgar por la forma de mirarme, ella, se sentía incómoda sin embargo yo gozaba aquellos instantes a sabiendas de que, claramente, era el único que iba a salir ganando. Pero la euforia cedió ante la inevitable lástima por aquella mirada de abultadas ojeras y sueño. Unos ojos verdes y preciosos, capaces de robar el corazón incluso al mismísimo demonio, me observaban en silencio… Ahora sepultados por una losa de desencanto y desesperación. Ella sabía que, al acabar aquel encuentro, yo marcharía y sin embargo, ella, quedaría allí sumergida entre los desperdicios de su rutina esperando por tiempo indefinido a que yo u otros con las mismas necesidades volviéramos a requerir de sus servicios. Un destino aburrido y monótono que estaba tatuado a fuego sobre su pecho. Una minúscula parte de mi alma se alzó en rebeldía reclamando que la rescatara de aquella cárcel… y de verdad lo hubiera hecho si hubiera sabido cómo pero, para desgracia de los dos, era demasiado complicado… Ella no confiaría en mí y con razón, teniendo en cuenta que partía en desventaja sin saber ni mi nombre ni mi oficio… No saldría bien; no podía salir bien, al fin y al cabo ella estaba recluida voluntariamente, tras aquel mostrador esperando a que saliera mi pedido, y yo solo había ido a por una hamburguesa de un euro.

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