jueves, 24 de octubre de 2013

El Señor del agujero

Esta historia tiene que ver con Eva, mi hermana mediana y sus dos hijos. Cuando sucedieron los acontecimientos el mayor, Sergio tenía tres años y el pequeño, Dani, tan solo un añito y medio... Lo justo para hablar un poco.
El primer suceso ocurrió en la cocina del chalet de mi hermana. Si no me equivoco, era invierno y ya se había hecho de noche. Mi hermana estaba haciendo la cena mientras mis dos sobrinos jugaban en la cocina con sus coches, motos y Gormitys. Sin venir a cuento, mi sobrino el pequeño se levantó de donde estaba sentado e ignorando las reprimendas de su hermano por dejar sus juegos a medias, se dirigió a hacia la puerta de la cocina. Estaba abierta dejando ver el pasillo a oscuras. Mi sobrino caminó hacia el umbral de la puerta y se paró quedándose mirando fijamente hacía la penumbra del pasillo. Mi hermana, al darse cuenta, le preguntó que estaba haciendo... Dani se limitó a levantar su brazo, señalar al pasillo oscuro y vacio y decir: “Señor”. Tras un momento de incertidumbre mi sobrino retomó los juegos y mi hermana no le dio más importancia.
Cuando eres una madre con un hijo de año y medio, estás sola con él y tienes que ir al baño...pues simplemente te lo llevas para que no esté solo por la casa liándola. Unos días después mi hermana estaba en esta situación con Dani. Estaban solos en casa por la noche ya que mi cuñado y el mayor habían ido a no sé dónde. La cuestión es que, de pronto comenzaron a escuchar portazos en la casas. Era como si todas las puertas y ventanas hubiesen comenzado a abrirse y cerrarse de golpe... Mi hermana, que nunca destacó por
su valor, se asustó; sin embargo el niño no pareció temer nada. En eso que el pequeño, al ver la expresión de miedo de mi hermana coge y la pregunta:
— Mamá... ¿Qué es eso?- refiriéndose a los ruidos.
— Pues debe ser que Papa se ha dejado una ventana abierta, y la corriente está sacudiendo las puertas, Dani.- contestó ella tratando de convencerse a sí misma.
— No...- Respondió tajante mi sobrino para luego corregir la suposición de mi hermana diciendo…- Es el Señor del Agujero.
Pasaron unos días y mi hermana estaba en el baño lavando a mis sobrinos. Mi cuñado aún no había llegado a casa... Entonces sonó el timbre y mi hermana se asomó por la ventana del baño que daba a la puerta principal... pero no había nadie. Cuando volvió a la bañera mi sobrino el pequeño le preguntó...
— Mamá... ¿Quién era?
— Pues ha debido ser alguien que se ha confundido porque ha llamado y se ha ido, Dani- contestó mi hermana temiendo una respuesta que era inminente.
— No... - respondió mi sobrino seguro de sí mismo- Es el Señor del Agujero.
Mi hermana, que tiene muy buena relación con las vecinas de la calle, un día se lo contó a las demás marujas... y las vecinas, tomándoselo a pitorreo,
comenzaron a bromear. Estaban en el salón de mi hermana tomando café cuando a una de ellas se le ocurrió la feliz idea de coger a mi sobrino y preguntarle:
— Dani, cariño... ¿Está aquí el Señor del Agujero?
— No...- respondió el niño.
— ¿Y dónde está, Dani?
— Está... - Mi sobrino señaló a la ventana...- …En la calle dando saltos...
Todas miraron atemorizadas por la ventana y lo único que vieron fue una bolsa de mercadona revoloteando por el aire; nada que asuste a menos que caigas en el detalle de que no hace ni una pizca de viento….
La sugestión producida por todo esto hizo que mi hermana estuviera un poco más susceptible de lo habitual... hasta que un día, estando acostando al niño, oyeron un ruido en la buhardilla. Mi hermana se metió en la cama de mi sobrino y lo abrazó. Entonces se le ocurrió preguntarle si estaba allí el Señor del Agujero. Mi sobrino no se había puesto nunca nervioso al pensar o hablar sobre el señor del agujero pero aquel día comenzó a agitarse y a mirar preocupado a todos lados, revisando la habitación. Al final se quedó tranquilo y le dijo a mi hermana...
— No, ya no.
Tras algunas semanas sin incidentes, Eva decidió contárselo a mis otras hermanas en una comida familiar... y Elena, más lista que nadie, decidió preguntarle al niño por el supuesto Señor del Agujero.
— Dani ¿Está aquí el Señor del Agujero?
— No.- Contestó mi sobrino mientras jugaba....
— ¿Y dónde está?
Mi sobrino se quedó pensando como si tratase de recordar algo y finalmente contestó:
— Se ha ido.-Siguió pensativo y añadió antes de seguir jugando con sus muñecos- Se ha ido… Al cielo.
Tras esto no volvió a mencionar ni hacer referencia al Señor del Agujero... Tampoco volvió a suceder nada en casa de mi hermana. La cuestión es que todos esto sucesos coincidieron, casualmente, con el inicio del miedo a la oscuridad de Sergio, el hermano mayor de Dani. Sergio no se atrevía a estar oscuras en ningún lado y bajo ninguna circunstancia; a menos que Dani estuviese con él.
En cualquier caso yo seguí dándole vueltas al concepto de “Señor del Agujero”... ¿Señor del agujero? ¿Un señor que sale de un agujero?... Lo de “señor” llegué a la conclusión que tenía que ver con los dibujos animados de los Gormity, de los que mis dos sobrinos son fans incondicionales... En estos dibujos existen personajes que son el señor del agua, el señor del aire, el señor del bosque, el señor de la luz, el señor de la oscuridad... Me pareció lógico que lo de que fuese “señor de...” lo sacase de estos dibujos... Pero en ellos no hay
ningún Señor del Agujero... Entonces… ¿Por qué Señor del Agujero? ¿Qué agujero?
Un par de meses después salimos de dudas. Resulta que, un día, mi sobrino se cascó con otro niño en la guardería...Cosas de críos pero cuando mi hermana fue buscarle descubrió que se había hecho una terrible herida en la rodilla. Mi hermana, en su línea de madre cariñosa le dijo:
— Cariño... ¿Te has hecho una pupa, Dani?
Y mi sobrino... sin inmutarse lo más mínimo le contestó:
— No... Me he hecho un agujero.

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