lunes, 28 de octubre de 2013

Exámenes finales

Mi hijo, de diecisiete años, llevaba agobiado con los exámenes finales del bachillerato prácticamente desde antes de entrar en él. Día tras día se dejaba la vista en su tablet repasando los apuntes, haciendo ejercicios, leyendo interminables libros que aburrían solo con nombrarlos. Admiraba con respeto a mi hijo que, sin ser presionado por nadie, había decidido sacar la mejor nota de la ciudad… Sin embargo todo aquello me entristecía… Yo tenía conocimientos suficientes reforzarle en lenguaje, matemáticas, física, biología pero no podía ayudarle con sus materias más importantes; con las mismas que decidirían su madurez intelectual. En mi época esas asignaturas ni siquiera existían… ¿Para qué iba alguien a estudiar moralidad, o civismo, o sostenibilidad, o fundamentos de la honradez antes de la gran crisis de 2008? Algún día mi hijo sería lo que nadie de mi generación pudo ser por la educación que recibimos y la sociedad que conocimos… Incorruptible.

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