jueves, 24 de octubre de 2013

Un paseo por la orilla del mar... Cuando es invierno

Un paseo por la orilla del mar cuando es invierno es mucho más que eso. Todo es precioso y poético… El cielo blanco y grisáceo uniforme que se extiende hasta el horizonte, dejando colarse por sus imperfecciones los rayos visibles de un sol templado; la mar resbalando suave por la arena y jugando con mi sombra a borrar las huellas que dejan nuestros pasos; aire que sopla fuerte y silba confundiendo el silencio con el romper de las olas. Y yo contigo, siempre contigo…
Tus pies descalzos y perfectos hundiéndose en la arena, caminando despacio y sin prisa a mi lado en un viaje hacia nuestros deseos; humedeciéndose cada vez que el agua invade nuestro recorrido. Tu cuerpo cubierto por ropas blancas destinadas guarnecerte del frio y que cometen el crimen imperdonable de ocultar esos encantos, esas formas que tantas veces he visto y que, sin embargo quiero volver a ver a cada instante. Tus manos enlazadas con las mías, de tacto suave y tierno sosteniendo esas sandalias de tela blanca que tanto te gustan. Tu pelo negro como la noche más oscura sujeto bajo un gorro de lana que se esfuerza sin éxito por evitar que tus cabellos escapen a la libertad del viento luciéndose de orgullosos y largos. Tu rostro perfecto compuesto por los labios más suaves y esponjosos que jamás un hombre ha besado y tus ojos profundos que miran hacia el frente con gesto de infinita serenidad hacia un paisaje digno de los cuadros con los que el mejor pintor solo sueña…
Y así callados gozando de la brisa paseamos de la mano; con aspecto serio pero no preocupado ni triste, dejándonos llevar por el rumbo de las dunas de arena… hasta que el jugueteo de unas gaviotas traviesas en la orilla te roba una tímida sonrisa de esas que solo tu boca puede dibujar; de esas que hacer quebrar la serenidad de mi pecho llenándolo de ganas de hacerte el amor. Abrazas mi brazo sonriendo y apoyando con dulzura tu cabeza en mi hombro. Casi es un instinto respirar con fuerza el aroma de tu pelo, fragancia salpicada de notas de flores de todos los colores y que enamora y se graba a fuego en el alma. Sin tener que consensuarlo, como por arte de la magia del momento, los dos detenemos el paso al mismo tiempo y nos volvemos para mirarnos a los ojos. Agarro con firmeza tu cintura mientras tus manos trepan sobre mis hombros para acariciar mi nuca. Yo sonrío sin poder evitarlo porque soy consciente de que no hay mayor felicidad en este mundo que dejar que nuestras miradas se besen y se fundan, y las palabras de mi pensamiento se desvanecen ante la estampa de tu imagen y del mar sin fin tras de tí. Tú también sonríes al tiempo que tus labios se preparan para el inminente beso que ambos vamos a compartir. No hace falta que ninguno de los dos esbocemos el amago de decir un te quiero porque, al empezar a abrazarnos, nuestros pechos ya laten al unísono compás de una conversación de enamorado. Y tus labios tiernos y humedecidos encuentran en los míos la seguridad que te querré para siempre…
Y así seguimos durante todo el paseo… Yo tantos años después sigo caminando por la playa bajo el cielo gris… y tú siempre… siempre en mi pensamiento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario